La trufa negra, Tuber Melanosporum, es un hongo ascomiceto que crece bajo tierra y tiene textura no carnosa, de aroma y sabor excepcionales. Forma simbiosis con plantas de carrasca (Quercus ilex), avellano (Corylus avellana), roble (Quercus robur) o quejigo (Quercus faginea) y coscojo (Quercus coccifera)
Esta simbiosis se produce por medio de las micorrizas (del griego “mykos” (hongo) y del latín “rhiza” (raíz)). Las ectomicorrizas se caracterizan porque las hifas del hongo no penetran en el interior de las células de la raíz, sino que se ubican sobre y entre las separaciones de éstas.
Esta asociación entre el hongo y la planta beneficia a ambos, y en el caso de la planta produce estos efectos:
– Aumento de vigor y de biomasa por la mejor utilización de los nutrientes (Zn, Cu…) y del agua.
– Mejor resistencia a condiciones de estrés (sequía y salinidad).
– Reducción de enfermedades de la raíz (competencia por su colonización).
– Resistencia a daños por nematodos.
– Agregación de suelos, mejora la estructura.
– Efecto protector contra contaminantes.
Debido a ello, estos tipos de hongos se dice que son mejoradores de cultivos.
La trufa negra es el fruto o carpóforo del hongo Tuber melanosporum, hay otros hongos del género Tuber que también se comercializan por su aroma y sabor.